domingo, 11 de septiembre de 2011

Como hago pa llegar a viejo

Ha llegado la hora, es inevitable por muy duro que le pegue a uno en el alma. Si no hablamos de este tema estaríamos siendo demasiado ilusos o extraterrestres. La verdad que no deja de estrellarse en mi cara es que no me quiero morir en manos de un delincuente. Puedo manejar que la hora de dejar este mundo para cualquiera es desconocida, pero pensar en una muerte violenta es demasiado duro, demasiado desconcertante.

Llevo varios días, tal vez semanas, tratando de poner una palabra tras otra de manera ordenada, sin que se me nuble la mente con el dolor y la incertidumbre. El dolor de saber que cada día mueren tantas personas en este país, por razones tan estúpidas como el robo de un celular. La incertidumbre por no tener respuesta para la pregunta que se repite siempre, ¿qué puedo hacer al respecto? Será que la única manera de salvar mi vida es esconderme en mi casa, debajo de la cama tal vez, no hablar con nadie en la calle, mirar a todo el mundo como un potencial enemigo que me puede hacer daño en cualquier momento.

Me niego a vivir así, no puedo. Pero cómo puedo hablar de quedarnos en el país a luchar por él, sabiendo que en cualquier momento alguno de nosotros se puede convertir en la próxima víctima. Sólo de pensarlo mi cerebro se queda en blanco, todo se bloquea. No es fácil.

No es fácil porque yo sí quiero llegar a vieja, yo quiero vivir los muchos o pocos años que Dios me dé a plenitud, siendo libre y feliz.

Así como no pienso ignorar la realidad que vivimos todos los días en Venezuela en cuanto a la inseguridad, tampoco voy a permitir que esa carga de fatalidad y pesimismo que nos quieren inyectar se apodere de mí. Este país no será el primero ni el último que enfrente una situación de violencia como la actual, hay ejemplos contemporáneos de ciudades violentas donde se logró controlar lo incontrolable, ¿por qué nosotros no vamos a poder hacerlo?

Tal vez yo no sea una experta en la materia, de hecho no lo soy. Pero sé que existen razones para pensar que todo esto que respiramos a diario y nos atormenta a todos por igual, no es casual. Que lamentablemente en los últimos años de nuestra historia reciente se han ido armando las bases para que el terror que reina en la calle, reine también en nuestras cabezas. Pienso que es un caos controlado, por poderes conocidos o desconocidos, que necesitan tenernos asustados y si es posible que huyamos en masa (los que tal vez pudiéramos hacerlo), para controlar a quienes no tienen más remedio, porque no pueden irse, y tendrán que vivir bajo el miedo y la violencia.

Antes de publicar estas reflexiones, me atormentaba el hecho de no tener algo positivo que decir. Porque está claro que hay tantas buenas razones para quedarse en Venezuela, tantas cosas fantásticas por hacer, tantas oportunidades para catapultarnos hacia lo más alto como país, pero más importante que eso, como un pueblo. Pero siempre que miro para algún lado, sale la bendita inseguridad como un muchachito impertinente que hace quedar en pena a la mamá.

Mientras escribo aparecen algunas ideas, que no son la solución al problema obviamente, pero le dan un respirito al alma con un poquito de  esperanza como si inflara un caucho “espichao” (se me salió el maracucho). No son consejos ni tips de seguridad, creo que a este punto la mayoría de nosotros tiene un master en andar mosca por la calle, y cómo mantener la calma en un atraco. Es más bien un llamado a la conciencia de cada uno, a que no nos acostumbremos a esto, no permitamos que nos impongan un estado de paranoia colectiva. No podemos permitirnos ver con normalidad los noticieros o los periódicos cada día con cifras patéticas de muertes violentas, no perdamos la sensibilidad nunca. Porque no solo se nos están muriendo jóvenes y niños, adultos, ancianos, venezolanos trabajadores y estudiantes, es que los están matando otros venezolanos, es decir nos estamos matando entre nosotros, hay una guerra delante de nosotros y no podemos quedarnos callados, no es justo.

Busquemos la oportunidad de protestar, de una manera inteligente, sin mezclar la política, tenemos que exigir la seguridad que merecemos como ciudadanos de un país que no está en guerra oficialmente. Hemos dicho antes que nos quedamos en Venezuela no para esperar a ver que tiene este país para brindarnos, si no para darle lo mejor de nosotros, es lo que tú y yo podamos ofrecerle a Venezuela lo que la hará cambiar. La inseguridad no es algo que dependa de nosotros directamente, pero si nos quedamos callados y nos acostumbramos al caos, simplemente estaríamos entregándonos y rindiéndonos…si en Bogotá se pudo, ¿por qué en Caracas, Maracaibo, Valencia, y en toda Venezuela no se va a poder?

Fuente: http://www.flickr.com/groups/venezolanos_en_el_mundo

La canción Otro día de luto (Sanluis) se me instaló de tal manera en el corazón, tal vez porque aún exponiendo un tema tan rudo y deprimente, no me deja triste, me quedo con la esperanza de que encontraremos juntos la manera de salir de este momento tan difícil: “yo no sé quién es el bueno, quien el malo en este cuento, tantas máquinas de acero escupiendo su veneno, quien vigila tu pellejo, en las calles y en los cerros, cómo hago pa llegar a viejo?”