martes, 6 de diciembre de 2011

De donde vengo...

Tendría tantas cosas que decir de mi ciudad, la que odié y amé, mi Maracaibo.

Maracaibo de noche
Ahora más bien creo que hablar de Maracaibo es como difícil, tendría que cantar, cosa que no me sale muy bien…porque es que el maracucho habla cantando, echando chistes, metiéndose con todo el mundo.

Desde que vivo lejos entiendo perfectamente aquellas gaitas tristes de recuerdos melancólicos, Aquel Zuliano, El barrio de mis andanzas, Sentir Zuliano, etc.

Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermudez
Yo no soy regionalista. En serio, no es la letra de la gaita, es que nunca me he contado entre los que ven al Zulia separado de Venezuela. Pero si puedo decir que hay algo en ese sentimiento de arraigo que tenemos los zulianos por nuestras cosas que podemos tomar como positivo y enfocarlo hacia el sentimiento de país que nos hace falta.

Como saben nací en Maracaibo, viví allí mi niñez y mi juventud. Caminé bastante bajo el sol de mediodía, que hace que uno sienta que se va derritiendo en cada paso. Comí bastante “cepillao de tamarindo con leche” para aguantar el fuego dentro de los carritos por puesto o autobuses yendo y viniendo de la universidad. Es decir, viví la vida maracucha como Dios manda.

Me llevaron a la basílica en paseos desde el kínder, o sea que conozco a mi Chinita desde hace rato,  y ella a mí. Nos hicimos buenas amigas, cuanto la quiero a esa virgen morena. Sólo de ver la capacidad que tiene para sacar los mejores y más bonitos sentimientos de todo el que pasa delante de ella, te hace darte cuenta que estás delante de una Reina.

Monumento a Nuestra Señora de Chiquinquirá
La gaita, ¡que vaina con la gaita! A medida que fui creciendo entendí el inmenso tesoro que tenemos en ese canto popular, la verdadera gaita que nació del pueblo y que corre en sus venas todavía en estos tiempos. No tanto la gaita comercial que solo escuchamos en Diciembre, sino la que suena en Santa Lucía cuando menos lo esperas, y que te hace vibrar el corazón de pura emoción porque te conecta con tu tradición y tu cultura.

Uno en Maracaibo le dice primo a todo el mundo, porque en el fondo te sientes cercano a la gente, la conozcas o no. Generalmente va a salir algún parentesco al final de la conversación, porque uno termina siendo hijo del primo del tío del abuelo de alguien.

Ahora que estoy reflexionando tanto sobre el porqué decidí apostarlo todo por este país y me hice el planteamiento de tener un solo plan, el plan A, han comenzado a salir recuerdos de vivencias tan bonitas y tan profundas que me van haciendo entender de qué es que estoy hecha yo, en realidad de qué estamos hechos todos los que hoy en día seguimos creyendo en nuestro país a pesar de tantas cosas.

Los Atlantes en la Plaza Baralt
Al principio me referí a Maracaibo como la ciudad a la que odié y amé, porque uno tiene que ser honesto y sincero, pero también agradecido y humilde. Maracaibo es una ciudad bastante particular, con muchísimos contrastes, sobre todo en lo social. No sé exactamente las cifras pero recuerdo que una amiga me comentó una vez que el 80% de lo que llamábamos Maracaibo (supongo que comprendía también al municipio San Francisco, al sur) eran barrios, y para mí fue un shock porque dije: ¿eso significa que me he limitado a vivir en el 20% de la verdadera realidad de mi ciudad? Claro como allá no hay cerros, todo es plano, uno puede vivir perfectamente haciéndose el loco en su burbuja (cosa que no puedes hacer en Caracas).

Pero lo que me llevó a hablar sobre la tierra del sol amada, va más allá de todo eso. Quería reflejar el orgullo que uno puede sentir por un pedacito de tierra, el sentimiento que se desarrolla a lo largo de una vida y que te hace conectarte de una manera tan sublime con “tu pueblo, tu ciudad”, porque lo sientes tuyo de verdad, sientes que todo lo que ahí pasó, pasa y esta por suceder te afecta de alguna manera, te mueve alguna fibra dentro.

Yo solo quise tomar de ejemplo el sentimiento zuliano, que dentro de mi es lo mismo que el venezolano,  no los puedo separar. Para mí el Zulia es mi tierra y Venezuela mi Patria. Ser maracucha es ser venezolana con un sabor particular. Así como lo sentirán los llaneros, los orientales, los guaros, los andinos, cada uno con su sazón pero todos venezolanos.

Ahora, como yo vengo de donde vengo, me sé la receta del maracucho. Espero recibir las recetas que me faltan para armar el verdadero pabellón criollo, con un toquecito de cada rincón. ¿Qué nos puede contar un guaro cuando piensa en su tierra larense? ¿Qué siente un merideño, un tachirense o un trujillano cuando recuerda sus montañas y su verde? ¿Qué dice un oriental de sus playas y su gente? ¿Qué le hace “aguar el guarapo” a cualquier venezolano cuando está lejos y habla de su patria?

¿Porqué no nos tomamos unos minutos para buscar ahí, dentro de nosotros, lo mejor de Venezuela que cada uno de llevamos dentro?

¿Vale o no vale la pena enfocar nuestra energía y nuestras fuerzas para ver a este país así como lo soñamos, así de grande como todos sentimos y sabemos que puede ser?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sin borrador

Aquí vamos, en vivo y directo esta vez. Hace ya casi dos meses que no lograba detenerme un momento por estos lados, pero que nadie crea que esta pequeña mentecita ha dejado de pensar y trabajar en el proyecto.
Dos meses ahorita me parecen años, cuando hago un recuento de las cosas que he vivido en este tiempo pareciera que no me va a alcanzar este cuadrito para contarles. Y en este momento me aparece un mensaje en la cara que dice: esto no se trata de ti Beatriz, ¿no te das cuenta que va mucho más allá?
Hoy no vengo con ningún discurso elaborado, vengo relajada, como si estuviéramos en la playa conversando un domingo cualquiera. Porque la vida es sencilla, uno se esfuerza bastante para hacerla complicada. Las decisiones en la vida se toman o no, podemos pasarnos semanas, meses, años tal vez, tratando de decidir que vamos a hacer, y mientras tanto cada minuto que hemos dejado ir se lleva la posibilidad de ver nuestros sueños hechos realidad. Todo por una simple razón, no nos decidimos. Tenemos dudas, ¿está bien esto? ¿o será que está mal? y simplemente no tomamos las riendas de nuestra vida.
No soy precisamente yo una experta en el tema, pero puedo decirles algo, la libertad que he experimentado desde que decidí escoger un Plan A en mi vida ha sido un fantástico regalo que Dios y la vida me tenían guardado.
Porque esta decisión no es solo un deseo intangible, una ilusión. Es un compromiso que hice conmigo misma, con mi país, y con todos los que de cualquier manera reciben este mensaje. Es una responsabilidad por supuesto, porque las palabras se las puede llevar el viento pero las acciones, los momentos vividos, eso es lo que finalmente permanece. Yo soy consciente de que falta mucho por hacer no sólo para difundir esta iniciativa, sino para hacer visible la realidad que me hace creer en Venezuela y querer quedarme aquí.
Lo vamos a hacer, ése es el compromiso. Estoy enamorada de este proyecto, porque siento que es como un camino por donde muchísimos queremos transitar, involucrarnos, trabajar por nuestro futuro, tocar un poquito las conciencias, provocar reflexiones. Yo sé que en esto andamos todos, no perdamos el ánimo nunca, cada uno de nosotros es protagonista en esta historia. Trabajemos juntos por ver nuestros sueños hechos realidad...por ejemplo yo...
Sueño con ver un pueblo orgulloso del gran país donde tuvo la bendición de nacer: Venezuela.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Como hago pa llegar a viejo

Ha llegado la hora, es inevitable por muy duro que le pegue a uno en el alma. Si no hablamos de este tema estaríamos siendo demasiado ilusos o extraterrestres. La verdad que no deja de estrellarse en mi cara es que no me quiero morir en manos de un delincuente. Puedo manejar que la hora de dejar este mundo para cualquiera es desconocida, pero pensar en una muerte violenta es demasiado duro, demasiado desconcertante.

Llevo varios días, tal vez semanas, tratando de poner una palabra tras otra de manera ordenada, sin que se me nuble la mente con el dolor y la incertidumbre. El dolor de saber que cada día mueren tantas personas en este país, por razones tan estúpidas como el robo de un celular. La incertidumbre por no tener respuesta para la pregunta que se repite siempre, ¿qué puedo hacer al respecto? Será que la única manera de salvar mi vida es esconderme en mi casa, debajo de la cama tal vez, no hablar con nadie en la calle, mirar a todo el mundo como un potencial enemigo que me puede hacer daño en cualquier momento.

Me niego a vivir así, no puedo. Pero cómo puedo hablar de quedarnos en el país a luchar por él, sabiendo que en cualquier momento alguno de nosotros se puede convertir en la próxima víctima. Sólo de pensarlo mi cerebro se queda en blanco, todo se bloquea. No es fácil.

No es fácil porque yo sí quiero llegar a vieja, yo quiero vivir los muchos o pocos años que Dios me dé a plenitud, siendo libre y feliz.

Así como no pienso ignorar la realidad que vivimos todos los días en Venezuela en cuanto a la inseguridad, tampoco voy a permitir que esa carga de fatalidad y pesimismo que nos quieren inyectar se apodere de mí. Este país no será el primero ni el último que enfrente una situación de violencia como la actual, hay ejemplos contemporáneos de ciudades violentas donde se logró controlar lo incontrolable, ¿por qué nosotros no vamos a poder hacerlo?

Tal vez yo no sea una experta en la materia, de hecho no lo soy. Pero sé que existen razones para pensar que todo esto que respiramos a diario y nos atormenta a todos por igual, no es casual. Que lamentablemente en los últimos años de nuestra historia reciente se han ido armando las bases para que el terror que reina en la calle, reine también en nuestras cabezas. Pienso que es un caos controlado, por poderes conocidos o desconocidos, que necesitan tenernos asustados y si es posible que huyamos en masa (los que tal vez pudiéramos hacerlo), para controlar a quienes no tienen más remedio, porque no pueden irse, y tendrán que vivir bajo el miedo y la violencia.

Antes de publicar estas reflexiones, me atormentaba el hecho de no tener algo positivo que decir. Porque está claro que hay tantas buenas razones para quedarse en Venezuela, tantas cosas fantásticas por hacer, tantas oportunidades para catapultarnos hacia lo más alto como país, pero más importante que eso, como un pueblo. Pero siempre que miro para algún lado, sale la bendita inseguridad como un muchachito impertinente que hace quedar en pena a la mamá.

Mientras escribo aparecen algunas ideas, que no son la solución al problema obviamente, pero le dan un respirito al alma con un poquito de  esperanza como si inflara un caucho “espichao” (se me salió el maracucho). No son consejos ni tips de seguridad, creo que a este punto la mayoría de nosotros tiene un master en andar mosca por la calle, y cómo mantener la calma en un atraco. Es más bien un llamado a la conciencia de cada uno, a que no nos acostumbremos a esto, no permitamos que nos impongan un estado de paranoia colectiva. No podemos permitirnos ver con normalidad los noticieros o los periódicos cada día con cifras patéticas de muertes violentas, no perdamos la sensibilidad nunca. Porque no solo se nos están muriendo jóvenes y niños, adultos, ancianos, venezolanos trabajadores y estudiantes, es que los están matando otros venezolanos, es decir nos estamos matando entre nosotros, hay una guerra delante de nosotros y no podemos quedarnos callados, no es justo.

Busquemos la oportunidad de protestar, de una manera inteligente, sin mezclar la política, tenemos que exigir la seguridad que merecemos como ciudadanos de un país que no está en guerra oficialmente. Hemos dicho antes que nos quedamos en Venezuela no para esperar a ver que tiene este país para brindarnos, si no para darle lo mejor de nosotros, es lo que tú y yo podamos ofrecerle a Venezuela lo que la hará cambiar. La inseguridad no es algo que dependa de nosotros directamente, pero si nos quedamos callados y nos acostumbramos al caos, simplemente estaríamos entregándonos y rindiéndonos…si en Bogotá se pudo, ¿por qué en Caracas, Maracaibo, Valencia, y en toda Venezuela no se va a poder?

Fuente: http://www.flickr.com/groups/venezolanos_en_el_mundo

La canción Otro día de luto (Sanluis) se me instaló de tal manera en el corazón, tal vez porque aún exponiendo un tema tan rudo y deprimente, no me deja triste, me quedo con la esperanza de que encontraremos juntos la manera de salir de este momento tan difícil: “yo no sé quién es el bueno, quien el malo en este cuento, tantas máquinas de acero escupiendo su veneno, quien vigila tu pellejo, en las calles y en los cerros, cómo hago pa llegar a viejo?” 

lunes, 29 de agosto de 2011

¿Por qué no nos lo creemos?


Hay algo que siempre me deja un montón de sentimientos encontrados cuando escucho a la gente hablar de sus viajes a otros países, generalmente terminan con la frase irónica “igualito que en Venezuela pues”. En ese momento quisiera pegar cuatro gritos y decirles, ¿saben qué? Todos esos  países y culturas que vamos conociendo y que nos parecen tan avanzados y tan bien organizados han pasado por siglos de aprendizaje y desarrollo, sus ciudadanos valoran sus raíces y han luchado por su independencia y libertad por mucho tiempo. No me refiero a  ningún país en particular, porque en general cualquier lugar que no sea Venezuela nos parece de otro mundo, espectacular, bien organizado, rico en cultura y educación, etc.

Por alguna razón he tenido la suerte de conocer varios países, y por supuesto que me gusta muchísimo viajar. Pero no para mirar con inferioridad lo que nosotros no somos, si no para llenar la lista de la gran cantidad de cosas que podemos ser. Claro que me enamoré de Barcelona (España), la cual considero una ciudad universal, tan rica en cultura y diversidad, tan alucinante. Pero sin ir tan lejos, Quito (Ecuador) es una ciudad encantadora, donde las raíces y tradiciones de un pueblo van caminando por las calles con tanto orgullo que te hace pararte y dejarlas pasar delante de ti con admiración. Los Estados Unidos de América, que puedo decir, tan grande ese país, tan diferentes las ciudades y a la vez tan uniformes en su modus vivendi. Desde lugares históricos y con orgullo patrio (Washington D.C.), hasta paisajes mágicos y sublimes, con todo a la mano para disfrutar y admirar (Colorado), el clásico Disney World (Florida), la impactante ciudad de Nueva York.  Un impecable Chicago, con esos edificios y esas calles derechitas. Pero aquí mismo, al ladito en Colombia, Bogotá con un clima y unos lugares tan bonitos y cercanos a uno, la catedral y la plaza de Bolívar. La gran Roma (Italia), no hay palabras para describirla, majestuosa y enredada. Florencia bellísima en todos los sentidos.

Tampoco es que soy una trotamundos, ya quisiera yo. Pero créanme cuando digo que ninguno de esos lugares me ha tentado a quedarme, cada vez que viajo me quedo pensando: nosotros lo tenemos todo para ser un país como cualquiera de estos, todo lo material quiero decir. Tenemos petróleo (cosa que no tienen muchos), tenemos minerales, recursos naturales, una ubicación geográfica privilegiada, diversidad climática, impresionantes bellezas naturales, historia, tradiciones, la mezcla de razas en un innegable mestizaje que nos hace únicos. Pero también somos ricos en aquello que no es tangible y sin embargo es igual de importante que todo lo anterior. Nuestra calidad humana, algo que sinceramente no se encuentra en todos lados. También tenemos tantas cosas por las cuales sentirnos orgullosos, venezolanos que hoy son del mundo, que brillan por su talento en cualquier lugar y dejan su huella por donde pasan.
Sólo nos falta “algo”, una chispa que nos haga reaccionar y darnos cuenta de que nuestro país también es maravilloso, ¿por qué no nos lo creemos?

Foto satelital de Venezuela

Posiblemente porque hoy estamos envueltos en contradicciones; la economía, la política, la inseguridad, nos están arrinconando cada vez más. Y frente a eso ¿cuál es nuestra actitud? ¿Ya intentamos cambiar algo (por muy pequeño que sea) a nuestro alrededor?

Esto no se trata sólo de hablar y caernos a cuentos, ese “algo” que creemos que nos falta está ahí, dentro de cada uno de nosotros. ¿Qué esperamos para darle un pellizco y hacerlo despertar?

Es evidente que no somos nosotros los que diseñamos las autopistas, ni los edificios, ni los puentes. Tampoco tenemos el poder para establecer una estructura turística como la soñamos y sabemos que puede existir porque la hemos visto en otros países. Mucho menos somos nosotros quienes decidimos invertir más recursos en la educación. Es verdad, eso no está en nuestras manos. Lo que sí depende de nosotros es como vivimos nuestra vida aquí, como trabajamos, como somos honestos y tratamos siempre de hacer las cosas de la mejor forma posible, nos conformamos con la excelencia, no con menos. No podemos poner la situación política como excusa para dejar de cumplir con nuestros compromisos como ciudadanos de este país. Ya lo he dicho antes, las quejas no van a hacer que las cosas cambien. Son nuestras acciones las que harán que tomemos el rumbo que todos queremos para Venezuela.

Balancín
Sé que algunos podrán pensar que soy una sentimental o una ilusa al tener tan altas expectativas para mi país, pero sinceramente yo sí me lo creo, ¿por qué no habría de hacerlo? Si sé perfectamente que tenemos el capital humano para hacer todo lo que haga falta, y cuando digo todo es todo.

Salto Angel (Canaima)
Sierra Nevada (Mérida)








Acaso no tenemos mentes brillantes y talentosas, capaces de diseñar autopistas y estructuras de primer mundo. No contamos con médicos e investigadores en todas las áreas del conocimiento que hoy están cosechando éxitos en cualquier lugar del mundo (incluidos los que todavía están aquí), y que podrían perfectamente contribuir con el desarrollo del país. Ni hablar de nuestros artistas, músicos, actores, escritores, pintores, escultores. Muchos rodando por el mundo, pero muchísimos aquí, tratando de darnos esperanza con su arte, cuánto valor tiene esa entrega. Y sobre los políticos, pues también hay que hablar. Porque hay que quitar el estigma que se ha querido colocar sobre todo aquel que se atreva a ofrecerse como servidor público. No es fácil tocar ese tema pero es necesario, tenemos que darle su lugar a la política en la vida de un país, es la manera en que nos ponemos de acuerdo, es el equilibrio que se necesita para convivir en sociedad. Claro estoy hablando sobre la verdadera política, no la politiquería a la que lamentablemente nos hemos acostumbrado.

Con todo eso lo que quiero decir es que miremos alto, no nos conformemos con lo que vemos hoy, sabemos que se puede estar mejor como país, entonces porqué no asumimos también nosotros la tarea de construirlo? Si nosotros, tú y yo. Que no somos políticos, ni artistas, ni grandes científicos o eruditos. Haciendo bien lo que nos toca, pero dando el 110%, dejando huella por donde pasamos, dando el ejemplo.

Hoy me atrevo a preguntarte: ¿te lo crees?  

lunes, 8 de agosto de 2011

El que busca, encuentra

Cuando te pones a pensar en el planteamiento del Plan A, y dices yo me quedo en Venezuela porque así lo decidí y quisiera contagiar a los venezolanos para que se unan en este proyecto, surge una que otra inquietud. ¿Cómo hago? Es la primera cosa que te preguntas, ¿qué es lo que tengo que hacer? ¿A dónde tengo que ir? ¿Con quién tengo que hablar?, así van apareciendo miles de interrogantes, que poco a poco comienzan a responderse solas.

En algún momento pensé que debía buscar personas exitosas que estén en el país, para que cuenten sus experiencias, y así tratar de impulsar este proyecto sobre la base de realidades que ya existen hoy en día, de historias positivas que puedan servir para motivar a quienes tal vez hoy los invade el pesimismo, la impotencia, la tristeza muchas veces, y están pensando que la mejor opción es dejar esta tierra para buscar un mejor futuro lejos de aquí.

Aquí es donde cabe la frase “el que busca, encuentra”. Tu solo te detienes un momento, miras para los lados, y vas a encontrar gente “exitosa” hasta debajo de las piedras. Las comillas se deben a que el éxito del que hablo no tiene que ver necesariamente con gente millonaria, famosa, con grandes negocios o metida en la política, es gente trabajadora, luchadora, sencilla, que ama su país y sabe que un futuro mejor para Venezuela depende de cada uno de nosotros y de hasta qué punto estamos dispuestos a comprometernos con la tarea de sacarla adelante.
Podemos hablar por ejemplo de la Vinotinto, nuestra selección nacional.



Que orgullo ver como el trabajo en equipo, el esfuerzo y la constancia de los jugadores, entrenadores, técnicos, el apoyo de patrocinantes que creyeron en un proyecto a futuro, en fin, la suma de muchos factores que algunos tal vez desconocíamos, fue lo que hizo posible que un país entero sintiera cosas increíbles y vibrara unido con la reciente actuación en la Copa América.

Otro ejemplo fantástico el de una fundación que conocí hace poco y que me ha enseñado que no importa cuán adversas puedan ser las circunstancias que vivimos, siempre se puede salir adelante y creer en los sueños porque se hacen realidad. Se llama Fundhea (Fundación Historia Ecoturismo y Ambiente). Están trabajando como hormiguitas para rescatar nuestra historia a través de recorridos por lugares hermosos e interesantes, dándonos la posibilidad de conocer los hechos y personajes que son parte de nuestro pasado, logrando despertar la curiosidad y el interés por saber más acerca de nuestras raíces. Los mueve el amor por su país, no tanto el beneficio económico que pueda representar su trabajo, porque la idea es que mucha gente pueda tener acceso a estas actividades. 



Junto a ellos pude conocer los fortines del Ávila, recorrer el camino por donde se llegaba hasta La Guaira desde Caracas en tiempos de la colonia. Ver caer el sol en la cima de una montaña, donde por un lado podía ver la ciudad y por el otro la inmensidad del mar, presenciar un atardecer mágico a pocos kilómetros del caos donde vivimos sumergidos, es algo que no tiene precio. Definitivamente necesitamos multiplicar esta iniciativa por todos lados, si en cada ciudad tenemos la posibilidad de reencontrarnos con nuestra historia y a la vez disfrutar de la naturaleza fantástica que nos rodea, estaremos sembrando conciencia y valorando las cosas hermosas que tenemos por todos lados. Así que trabajo hay de sobra, y estoy segura de que gente con ganas de hacerlo también.

Buscando y buscando encontré también un blog genial, se llama Caracas Ciudad de la Furia, de verdad es fantástico. No conozco personalmente a su autora (todavía), se llama Mirelis Morales. Me impresionó la dedicación y la entrega con la que escribe sobre esta ciudad tan complicada como interesante. Es una forma muy original de animar a la gente a conocer la ciudad, pero sobretodo a respetarla. Cuando consigo cosas como ése blog voy confirmando cada vez más que somos muchísimos los que andamos en este camino del Plan A, que tenemos que difundir todo lo bueno que está pasando a nuestro alrededor y no dejarnos arrastrar hacia el pesimismo y la monotonía de pensar que nada va a cambiar y que vamos de mal en peor. No se trata de ignorar la realidad y actuar como si todo fuera color de rosa, se trata de mirar las cosas a través de otros cristales. Leyendo lo que escribe Mirelis en su blog uno se contagia una energía positiva increíble y para mí ha sido una inspiración y un ejemplo. Ya quisiera yo que estas líneas llegaran a tanta gente y sobre todo que logren despertar conciencias y llenar de ánimo muchos corazones. Trabajaremos para que así sea.

Retomando esas palabras que me hicieron reflexionar, pienso que “buscar” significa trabajar muchísimo, ser constante, perseverante, dedicado, tener mucha fe y esperanza, ser solidarios siempre y con todos; de esa manera vamos a “encontrar” la Venezuela que está ahí delante de nosotros, que ha estado desde siempre esperando con amor el momento en que le demos el lugar que merece, que la valoremos y la pongamos muy en alto.

miércoles, 6 de julio de 2011

¿Dónde está la felicidad?

Buscar la felicidad no es un derecho, es un deber irrenunciable. Por felicidad entendemos ese sentimiento que muchas veces no podemos describir, pero que nos llena el alma de paz y de alegría. Nos hace sentir vivos y en armonía con el universo. Generalmente asociamos la felicidad con el éxito que podamos alcanzar en la vida, bien sea en lo personal, lo profesional o lo económico.

Muchos tal vez nos proponemos como metas estudiar una carrera determinada, lograr éxitos profesionales trabajando en lo que siempre quisimos, formar una familia, tener una casa, ser exitosos económicamente. Así, poco a poco, vamos construyendo un “molde”, un “boceto”, un paradigma de lo que nos hará felices. Lamentablemente dejamos pasar el momento presente que estamos viviendo, pensando que seremos felices cuando alcancemos esto o lo otro.

¿Por qué me estoy metiendo en ese rollo filosófico si este blog se trata de Venezuela, de que queremos quedarnos aquí, etc., etc.?

Bueno porque entre las miles de razones que he escuchado que mueven a la gente a irse del país, hubo una que me impactó y me hizo reflexionar sobre lo anterior, sobre nuestros paradigmas de éxito o de felicidad.

Una muchacha pienso que de mi edad, que conocí recientemente y con la que estuve conversando sobre el Plan A, me comentaba que ella quería irse porque sabía que podía ser mucho más exitosa y próspera en otro país. Actualmente tiene un excelente trabajo, donde le va muy bien, económicamente está en una posición aventajada, tiene su novio y piensa formar una familia con él. Sin embargo, está consciente de que puede estar mejor afuera, ganando más dinero, podrían comprar una casa como la que sueñan, tener hijos y educarlos en los mejores colegios. Así, muchísimas razones relacionadas a como ella piensa que debería ser su vida exitosa.

Yo sólo pude decir, tienes razón, si te vas es seguro que vas a alcanzar todo eso que anhelas en lo material. No dudo ni un instante que ganarás el dinero que esperas, podrás comprar tu casa bonita, y te sentirás segura cuando salgas a la calle. Sólo te pregunto algo, ¿eso es realmente lo que te hará feliz? ¿En algún momento te has detenido a escuchar dentro de ti qué es realmente la felicidad que buscas? ¿Está necesariamente en otra parte?

Aún cuando lo he dicho antes, quiero repetir que no tengo ni la más mínima intención de juzgar a nadie que piense que irse del país es la mejor solución para su vida, yo creo totalmente en la libertad que tenemos como seres humanos de pensar y hacer las cosas de acuerdo a  nuestra conciencia.

Sólo coloco sobre el tapete una reflexión, algo que me llevó a pensar en mis propias aspiraciones, en mi búsqueda de la felicidad que es lo más legítimo que tenemos como seres humanos. No todos la encontraremos de la misma manera o en el mismo lugar, pero siempre es útil escuchar las experiencias de los otros, siempre aprendemos algo.

Yo también quiero ser exitosa, en lo personal y lo profesional, y en lo económico también, ¿por qué no querría serlo? Pero hay una premisa para todos esos deseos, yo sé que mi felicidad no depende de un lugar, no depende de una circunstancia, depende de mí.

En lo personal yo trato de tomar todas las cosas de las manos de Dios, todo lo que llega a mi vida y también lo que se va. Pienso que antes de irme del país buscando lo que aquí no encuentro, me esforzaría por buscar mejor. No tanto lo que el país pueda darme si no lo que yo pueda darle a él. Siempre escuché que uno se siente más feliz dando que recibiendo, y cada día lo compruebo. Mi decisión personal de quedarme en Venezuela pase lo que pase está ligada inexorablemente a mi felicidad, y si las circunstancias se tornan difíciles estoy segura de que encontraré la manera para seguir adelante porque mientras mantenga la fe y la constancia, el éxito y la prosperidad llegarán de maneras que tal vez yo misma nunca habría imaginado.

Gracias por hacer “tu parte”

Algunos días atrás, estando yo en mi trabajo, en el momento menos esperado recibí una llamada que, por muy cursi que suene, fue mágica. Era Maite en persona, que me saludaba y quería conversar conmigo sobre el Plan A para su micro en la radio.

Para esta muchacha a la que conocen muchos de ustedes, otros la están conociendo a través de estas páginas, que se lanzó a poner sus ideas en una ventanita de la computadora, que no tiene más intenciones que las de animar a muchos a escoger a Venezuela como su plan A porque de verdad cree en esto, y está aquí trabajando duro todos los días en lo que le toca pero con un sueño más grande en el alma, esta muchacha sintió en ese momento que vamos a llegar lejos porque estamos haciendo esto con el corazón.

Les cuento esto porque para mí, al igual que para muchos de ustedes no es normal hablar por teléfono con Maite Delgado, a quien admiro muchísimo y que con este gesto me enseñó que la humildad es una de esas cosas que jamás podemos perder, sé que leyó la carta que le envié y se sintió identificada porque como siempre lo hemos dicho no somos pocos los que pensamos así, los que hicimos de Venezuela nuestro Plan A. Cuando leyó la última parte de la carta donde digo que seguiré escribiendo y haciendo mi parte, y le agradezco por la labor que está haciendo con sus micros que son siempre constructivos y enfocados a sacar lo mejor de nosotros como ciudadanos, ella dice, “ésta es mi parte”. Eso es exactamente a lo que me refiero con que todos podemos y tenemos que hacer lo que nos toca para construir un mejor país. Tal vez Maite tiene la posibilidad de que mucha gente la escuche, y los mensajes pueden llegar a lugares recónditos; pero cada una de nuestras acciones es un mensaje que sale y no sabemos hasta donde podrá llegar, sólo tenemos que darle el primer impulso.

Caballo viejo caracha!

“Lucero de la mañana, préstame tu claridad, para alumbrarle los pasos a mi amante que se va”,  ¿quién no se emociona cuando escucha esta canción?

El maestro Simón Díaz es uno de esos tesoros nuestros que brillan en el mundo entero y del cual nos sentimos más que orgullosos. Creo que no me equivoco cuando digo que todos sabemos de quien hablo, y sabemos que hizo este hombre durante toda su vida. Sigue entre nosotros, protegido por el amor de su familia y la oración de todos sus “sobrinos” a quienes nos enseñó tanto el tío Simón.

¿Por qué me detengo a hablar un poquito de este personaje? De este gran venezolano que ama a su país como nadie y pasó su vida difundiendo una riqueza cultural que todavía hoy muchos no valoran. Porque hombres como él son los que hacen falta hoy, humildes, sencillos, honestos, trabajadores, enamorados de su tierra, sensibles, y con la determinación de mostrar al mundo las cosas más bonitas que tenemos.

Recientemente tuve la suerte de presenciar un tributo que rinde otro grande de nuestra música, Ilan Chester, al tío Simón. Yo honestamente sólo puedo decir que almas como la de Simón Díaz son el regalo más hermoso que Dios le ha dado a Venezuela. Algunas notas que tomé en el teatro, mientras todavía podía escribir sin que las lágrimas me lo impidieran, son frases que compartió con el público su hija Bettsimar y que me marcaron muchísimo porque tienen la fuerza y la inspiración que hoy me mantienen de pie con este proyecto: “El plan B es repetir el plan A, trabajar, creer, cantar, componer, abrazar a la gente, volver a creer”, “Debemos ser buenos herederos, la herencia está ahí, nosotros debemos honrarla”, en referencia al legado cultural para la humanidad que ha dejado Simón Díaz, no sólo para Venezuela, trasciende a la humanidad.

Somos más de lo que ves hoy querida Venezuela

Somos más que una playa bonita, que unos llanos imponentes o unas montañas mágicas. En algún momento pensé que mostrando esas bellezas naturales nuestras, por las cuales debemos estar infinitamente agradecidos a Dios, podía ser una vía para alcanzar nuestro objetivo con el proyecto Plan A. Hoy no pienso así, porque tengo que insistir en decir que si no somos, entonces tenemos que ser mucho más que eso.

¿Nos merecemos este hermoso país? ¿De verdad nos merecemos la infinidad de cosas por las que somos potencialmente ricos (me refiero a riquezas materiales): petróleo, minerales, atractivos turísticos, etc.?
Si no tuviéramos todo eso, ¿seríamos menos venezolanos?

O por el contrario, ¿estamos conscientes que nuestra principal riqueza tiene que ser nuestra gente, nuestra historia, la sangre india, negra, española, mestiza, que corre por nuestras venas? ¿Fundamos nuestra riqueza en los valores que sembramos en nuestros niños?, los de ayer que hoy somos nosotros, y los de hoy que mañana nos preguntarán ¿qué hiciste por mi futuro?

Mientras escribo estas líneas pienso en cómo haré para sacar de mi alma tantas cosas que quisiera decir, sin sonar demasiado idealista o demasiado “revolucionaria”. ¡Que palabra esta! Cómo nos persigue, nos atormenta, nos produce un sinfín de sentimientos. Pues creo que tengo que atreverme a decir que la única revolución en la que yo creo es la del Amor, la que no necesita usar armas ni mentiras para conseguir sus objetivos. Porque cuando los objetivos son el bien común, la igualdad de oportunidades, la educación para promover el pensamiento libre, la formación para el trabajo, y así todas esas cosas que hacen de la convivencia humana algo “extraordinario”; las ideologías dejan de ser imposiciones si no propuestas, las batallas son de ideas no de balas, el diálogo es la premisa no la intransigencia. Nadie tiene que temerle a estas cosas, todos los seres humanos en lo más profundo de nuestro ser tenemos la semilla del bien, y anhelamos vivir sobre esta tierra en paz. Y pienso que en nuestro pedacito de tierra, llamado Venezuela, no es una locura aspirar a estas cosas.

Pero ojo, no nos equivoquemos en pensar que nuestros problemas sólo giran en torno a un Gobierno, y que será otro gobierno el que nos salve. Eso no ha sido, ni es, ni será así nunca. Hasta que no nos grabemos en el corazón y en la mente que somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de cambiar las cosas, nada va a pasar. Cambiarán las caras y tal vez (ojalá) los discursos y las acciones, pero nuestra mentalidad como pueblo seguirá dependiendo de que alguien más nos dicte la pauta, nos indique el camino. En cambio podemos ser nosotros mismos quienes hagamos el mapa para llegar a donde queremos, y le indiquemos a esos líderes que estarán ahí para marcar la ruta que nosotros escojamos, que trabajarán para que el pueblo llegue a donde se proponga llegar y más allá.

domingo, 29 de mayo de 2011

365 días

Un año no basta pero trataré de usar 365 páginas que representan 365 días para enumerar todas las razones por las que no te cambio por nada.
Las fechas patrias, las fiestas de tu gente, los días que nunca son grises porque tú los llenas de color.
El azul del cielo y del mar, tus playas que me traen esperanza en cada ola. Tus montañas que me muestran la grandeza de las metas por alcanzar. La inmensidad de tus llanuras que me dan paz y tranquilidad.
Un café recién colado y el olor de la arepita en el budare me alimentan el alma para salir cada mañana a luchar por ti.
Tierra fértil por doquier, de solo mirarla brota la vida.
Riquezas minerales escondidas en tu vientre. Petróleo, oro, hierro, aluminio, muchos más que tal vez no hemos descubierto.
Paisajes imponentes, más allá de lo imaginable.
Una historia densa, llena de hombres y mujeres grandes, visionarios, líderes, intelectuales, guerreros, con determinación…pero más importante que todo eso, apasionados y llenos de orgullo por saberse hijos tuyos, que te defendieron cada uno en su época y sus circunstancias. Quisieron verte grande como te mereces.
Nosotros también, estamos trabajando para eso mismo, y no vamos a descansar hasta lograrlo.
Cada quien en lo suyo, y todos unidos por tu sangre corriendo por nuestras venas.
¿Quién puede decir que no hay futuro?
¿Cómo es eso de que aquí no hay nada que hacer?
Construir un país, sobretodo hacer patria, es sacar lo mejor de nosotros mismos y poner nuestras capacidades al servicio de esta misión.
Dime tú, ¿qué necesitas? Haz la lista y nosotros tus hijos nos ponemos en acción:
Arquitectos e ingenieros (en todas las especialidades) para concretar las ideas y aprovechar cada espacio para levantar todo lo que necesitamos: viviendas, hospitales, escuelas, industrias (todas las que podamos imaginar y más).
Maestros, que son los pilares de la sociedad que queremos, que formen a nuestros niños y jóvenes con mucho más que números y letras, también con valores y principios, consolidando la labor de los padres.
Estudiosos de las leyes, abogados, jueces, que garanticen el respeto y la convivencia dentro de un juego con reglas claras, donde nadie está por encima de la ley.
Médicos, enfermeros, estudiosos de la salud, que dan su vida formándose para ayudar a los demás, que sacrifican mucho por vocación, y deben ser valorados, respetados y admirados por todos.
Empresarios con visión y compromiso social, que arriesgan para ganar y apuestan por su país. Ofreciendo empleos dignos, con pago justo y beneficios para sus trabajadores.
Científicos entregados a su labor, apasionados por el conocimiento de lo abstracto para ofrecer aportes concretos a la humanidad, tratados con respeto y libertad.
Periodistas, escritores, actores, músicos, pintores, escultores; quienes dan el más sublime de los regalos a su gente: la cultura. Tendrán su lugar en una sociedad que sin ellos no podría llamarse como tal.
Así muchos más, todos tenemos que vernos reflejados y valorar el aporte que damos en la construcción de nuestra patria grande.
Con la vista hacia el futuro y seguros de la posición que nos toca jugar, vamos a levantarnos y salir cada mañana a poner nuestro ladrillo para levantar esta, nuestra Casa.

Lápiz, papel y un alma

¿Quién te quiere como yo?
Mi patria bonita
Cómo hago para demostrarte
Tanto amor y tanto orgullo
Que me llena el pecho cuando te nombro
En cada sitio donde estoy
Recuerdo tu belleza
Y la nobleza de tu gente
Que aun sin saberlo
Te hace grande y te hace bella
No me voy a ningún lado
Me quedo aquí contigo
No porque tú me necesites
Sino porque no sé vivir sin ti
Aunque me ofrezcan riquezas y bienestar
En tu suelo yo me quedo
Porque sólo aquí sé quien soy
Sólo en tus calles sé caminar

domingo, 22 de mayo de 2011

Nuestro Plan A

Un proyecto como este sólo seguirá su camino si se alimenta de ideas y propuestas que vengan de mucha gente, gente que tiene la convicción de que lo que estamos tratando de hacer aquí es alimentar la esperanza en nuestro país,  y nos armamos de valor todos los días para continuar luchando por nuestros sueños... Esos sueños queremos verlos hechos realidad en Venezuela, por eso seguimos insistiendo y vamos para adelante!
Comparto con ustedes un correo que recibí esta semana. Al leerlo sentí una alegría muy profunda porque ahí está plasmada el alma del Proyecto Plan A. No se trata de "mi idea", se trata de "nuestro Plan A", y cuando digo nuestro no solo me refiero a los que hasta hoy han leído el blog y son parte del proyecto, sino a todos los que nos falta por contagiar con esta esperanza y esta fe que nos mueve a todos día a día:


"Querida Bea:

El presente mail tiene dos propósitos concretos, hacerte mis críticas y una propuesta.

Mis críticas:
Voy a esforzarme para ser lo más dura que pueda ya que has recibido tantas flores con tu iniciativa.  Creo que es necesario comenzar a salir del romanticismo que envuelve tu pasión por este proyecto para comenzar a ser más concretos. Tus escritos del blog me gustan..  Logras apasionar también a quien lo lee con estas ideas de cambio que nuestro país necesita, pero considero que hablas mucho de ti… y lo brillante que puede ser tu idea. Creo que debes salirte un poco. No se si me explico, aunque es tu creación, pienso que para que una idea vuele y llegue lejos uno debe sacarla de la jaula del propio yo. Di lo que piensas. Haz lo que crees, pero no hables tanto de ti misma. Esa es mi crítica. No sé si sirva de algo.

Mi propuesta:
 En un país como el nuestro lleno de tantas injusticias sociales, crisis de poder, etc. Leyéndote veo en “Proyecto Plan A” (desde ahora PPA) el lugar donde muchos podemos encontrar la inspiración para llevar adelante nuestros proyectos y sueños.. y eso es muuucho decir, si pensamos que el principal propósito de este gobierno ha sido desanimarnos, obligarnos a dejar de luchar, que perdamos la fe. El día que no exista sobre este suelo un corazón que crea y haga, el habrá vencido verdaderamente. Por eso veo a PPA como la plataforma opositora más firme y luchadora sin trabajar en el ámbito de la política.. como puede ser esto?
Dedicándose a difundir  y subrayar  las cosas positivas hechas en nuestro país por gente que cree y hace, como tú. Devolviendo la esperanza, la pasión, el ánimo, los sueños, la ideas, la iniciativa a muchos que tendríamos tanto que aportar si no hubiéramos perdido un poco lo anterior.  Veo a PPA dedicado a devolverle el  alma a nuestra sociedad venezolana.. a través de cortos, (videos) entrevistas a personas estratégicas, que después sean difundidas,  libros, quien sabe si mas de uno, programas de radio, y cuanta cosa sirva, todo con el propósito de inyectar ánimo mostrando cuanto somos capaces de hacer, cuanto hemos hecho ya y no nos damos cuenta.  Habría tantísimo que mostrar. Por lo tanto habría tanto trabajo…  espero que esta idea  de cómo veo al PPA logre inspirarte para ir concretando la iniciativa.. Creo que a este punto has ganado suficientes adeptos a tu idea como para poder comenzar a formar el equipo de trabajo.. y seguir manos  a la obra. Cuenta conmigo… Como alguien te escribió en el blog. Tu proyecto es mi proyecto. Cuentas conmigo."

Entonces, ¿contamos contigo también?

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Cómo resistir?

Durante días he estado reflexionando sobre el compromiso que acepté cuando me lancé en esta aventura. Y ese compromiso en primer lugar es conmigo misma, porque me planteé un reto personal que no es otro sino el de poner en acción mis pensamientos e ideas y no dejar que se quedaran dando vueltas en mi cabeza como suele pasar. Si daba algún resultado o no, era lo de menos. Sólo sentí que tenía que atreverme y hacer mi parte, con toda la buena intención del mundo. Ya con eso habría logrado un objetivo, aún si la idea resultaba un fracaso yo había hecho algo, literalmente “la peor diligencia es la que no se hace”.

Pero el Plan A ha llegado lejos, es decir, el mensaje salió y no ha parado de dar vueltas por todas partes. De hecho me sorprendo muchísimo cada vez que reviso las estadísticas del blog y veo cuantas veces lo han visitado, o desde qué países. Para mí todo esto es nuevo, tal vez un periodista, escritor, o alguien involucrado en los medios esté acostumbrado a que lo lea mucha gente. Yo soy solo una persona común y corriente que está buscando la manera de abrir los ojos de los venezolanos (vivan o no aquí), y proponerle a todos los que creen en este proyecto que nos quedemos aquí a trabajar duro por Venezuela pero también a disfrutarla de punta a punta, sus lugares, sus tradiciones, y lo más importante su gente, nuestra gente.

Si me lo permiten quisiera compartir varios párrafos de uno de los libros que definitivamente marcó mi vida. Justamente ayer al despertarme fui a buscarlo porque pensé que podía servirme para el proyecto, y minutos después supe de la muerte de su escritor en las noticias. Se trata de Ernesto Sabato, escritor argentino que me atrapó con sus palabras desde el primer libro suyo que leí. El libro se llama La Resistencia.

El ejercicio que propongo es encontrar cuanto pueden servirnos estas reflexiones de alguien que está cuestionando la realidad humana actual, para enfocarnos en nuestra realidad específica (Venezuela). Porque dentro del planteamiento de rescatar a la humanidad, también encaja perfectamente nuestra idea de luchar por este pedacito de tierra que Dios escogió para nosotros. Los dejo con Sabato:

“Todavía podemos aspirar a la grandeza. Nos pido ese coraje. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que –únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana…”
“Si cambia la voluntad del hombre, el peligro que vivimos es paradójicamente una esperanza. Podremos recuperar esta casa que nos fue míticamente entregada. La historia siempre es novedosa. Por eso a pesar de las desilusiones y frustraciones acumuladas, no hay motivo para descreer del valor de las gestas cotidianas. Aunque simples y modestas, son las que están generando una nueva narración de la historia, abriendo así un nuevo curso al torrente de la vida…”
“La vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes valores espirituales, como la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas. ¿De dónde se desprendía su valor, su coraje ante la vida?...”
“La historia es el más grande conjunto de aberraciones, guerras, persecuciones, torturas e injusticias, pero,  a la vez, tierra sobre la cual millones de hombres y mujeres se sacrifican para cuidar la vida de los demás. Ellos encarnan la resistencia. Se trata de saber, si su sacrificio es estéril o fecundo, y esto debemos decidirlo nosotros. Para ello debemos reconocer el lugar donde oponer resistencia, donde palpar el espacio de libertad que está a las puertas…”
“En esta tarea lo primordial es negarse. Defender, como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice cuánto de sagrado tiene el hombre. No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo…”

Después de pensar un poco puedo decir que el proyecto va por buen camino y creo que ya lo estamos ejecutando cada uno en el lugar donde está, haciendo su parte. Al principio me imaginé que esto debía ser algo más estructurado para que funcionara, y obviamente no tenía ni idea de cómo podía lograrlo. Sin embargo, tal como lo sospechaba, las circunstancias me han hecho entender que no hay de qué preocuparse. He tenido la oportunidad de conocer mucha gente, y más importante aún de conversar y escuchar las opiniones, inquietudes y críticas que han surgido a raíz de estas reflexiones que estoy plasmando.

Alguien me dijo, ¿te das cuenta que ya estás moviendo las conciencias?, tus escritos han puesto a reflexionar a más de uno. Esa era la idea precisamente.


También he recibido muchos consejos valiosos, entre los cuales quiero destacar uno que honestamente me hizo temblar el piso. Se trata de una importante periodista del país, a quien admiro mucho y que también ha servido de inspiración para el Plan A porque se ha dedicado a promover el turismo nacional desde hace mucho tiempo, y sigue aquí trabajando día a día para mostrar todas las bellezas de Venezuela. Creo que saben de quien hablo, Valentina Quintero. Su consejo para mí (en realidad para todos nosotros, porque yo sé que no estoy sola en esto) fue básicamente sé constante y paciente, sigue fajada con el blog y busca todas las formas de difundirlo. Obviamente compartimos el Plan A, que en sus palabras es “permanecer en Venezuela y hacerla grande y nuestra a diario”, y luego se despidió con una frase que me impactó mucho: “insiste y verás los resultados”. 

Se dice fácil, insiste, pero para eso hace falta renovar todos los días el compromiso que tomé con Venezuela y conmigo misma, y no perder de vista el objetivo, no permitir que la dura realidad cotidiana me quiera absorber en su círculo vicioso de quejas y pesimismo, por el contrario encender la creatividad y abrir bien los ojos y los oídos para recibir las señales que llegan de todos lados queriendo mostrarme el camino hacia mis sueños. Esos sueños incluyen ver mi país renacer, reconocernos como un pueblo que luchó y luchará siempre por su libertad, que seamos capaces de valorar todas nuestras potencialidades y trabajar con constancia para superar todas nuestras fallas con humildad y dignidad.

Para lograrlo hace falta resistir…

lunes, 18 de abril de 2011

Madera fina

La música es el idioma mediante el cual se comunican las almas, y si mi país tiene un alma (claro que la tiene,) yo estoy segura de que canta y canta para hacernos escuchar sus más profundos sentimientos. Hay muchas maneras de decir te quiero, te extraño, me haces falta, te necesito, eres lo más lindo que tengo… así mismo Venezuela cada día nos canta de mil formas como una mamá a su hijo recién nacido, como un pajarito que te alegra la mañana, como un río bajando de la montaña o las olas alcanzando la orilla en un playa tranquila. Nos canta cada día para hacernos felices, para que seamos mejores personas, para que luchemos por nuestros sueños.

Este sueño loco que tengo al pasar de los días se va nutriendo con los mensajes que llegan a mi alma desde cada rincón de mi país en el que pienso, añoro o visito. Es eso lo que me da fuerza para continuar, sin dejar que el desánimo gane un milímetro de terreno. Y por supuesto saber que ya muchos comparten esta idea, que han hecho de Venezuela su plan A, eso es algo que no tiene precio.

Ya había comentado que iba a leer mucho, investigar, reflexionar sobre nuestra historia como país, sobretodo como pueblo. Estoy en eso, tal vez no vaya a la velocidad que quisiera pero voy a paso seguro. Algo de lo que cada vez tengo más certeza es que nuestra realidad actual no es fortuita, es un ciclo más de la complicada historia que traemos encima. Y esto tengo que confesar que en cierto modo me alegra, porque le ha quitado toneladas de importancia al personaje que hoy nos gobierna a algunos, porque a otros los atormenta, otros tantos le temen y le huyen, y otros que no son pocos (los mismos de siempre) creen en él. Son precisamente estos últimos, “los mismos de siempre”, en quienes me he detenido a pensar.

Yo no pretendo convertirme en socióloga, aunque si me descuido termino con el título en la mano porque es un área realmente fascinante y clave para entendernos como pueblo. Quisiera que cada uno de nosotros se colocara por un solo instante en los zapatos de quienes a lo largo de la historia han venido recibiendo mensajes de conformismo, de dependencia de algún poderoso, de esclavitud bajo cualquiera de sus versiones modernas, y así podemos seguir poniéndole nombres a todo lo que sabemos que ha alimentado el alma indefensa de quienes por la razón que sea no han tenido acceso a algo diferente. Y de verdad, con el corazón en la mano digo “alma indefensa”. No es un justificativo, ni mucho menos lástima, es que entendí que en el alma de cada uno de nosotros habita el amor, la bondad, la solidaridad; sin embargo, somos vulnerables cuando nuestra alma comienza a ser alimentada con resentimiento y dolor, con sufrimiento y miseria, pero sobretodo con ignorancia. Pienso que ahí está una de las raíces más profundas de todo lo que estamos viviendo, en la ignorancia. Y estoy segura de que ese detallazo no se le ha escapado a ninguno de nuestros gobernantes desde los tiempos de Bolívar.

Ahora bien, eso tiene arreglo. Mi pregunta es, ¿estamos dispuestos a ponerle el pecho a la situación?

Porque si decidimos que nos quedamos aquí y vamos a luchar para sacar el país adelante, estemos claros que además de organizar la economía y enseriar la política, se necesita voluntad de parte de todos para que la educación y la cultura forme parte de una vez y para siempre de la vida de los millones de venezolanos que están hambrientos porque no se han alimentado bien durante siglos. Y eso queridos amigos, es tarea nuestra también. No podemos permitirnos el lujo de dejar nuestro destino en manos de nadie que no seamos nosotros mismos, debemos fortalecer nuestra conciencia para entender que cualquier cambio por pequeño que parezca comienza en nosotros, en nuestras familias, en nuestra vida cotidiana.

Y quiero decir que la montaña de problemas pareciera gigante, me la imagino como el Roraima visto desde su base (tengo pendiente conocer la Gran Sabana, anotado). Pero así como se hizo tan evidente para mí que nuestros problemas no comenzaron en 1.999, de la misma manera he ido descubriendo y conociendo muchos hombres y mujeres que lo dieron todo y se jugaron la vida por este país, y sé que hoy todavía existimos, respiramos, y estamos dispuestos a darlo todo muchos más. Allí es donde se pone buena la cosa, como cuando una película toma giros inesperados y uno se emociona. Porque me puedo imaginar a un gentío escalando el Roraima, trabajando en equipo, con los mejores instrumentos disponibles (no sé mucho de esos deportes extremos pero cierro los ojos y veo la escena), todos haciendo su parte del trabajo para llegar a la cima. Ese gentío somos nosotros, todos los que hoy estamos emocionados y tal vez no sabemos muy bien qué hacer, pero estamos seguros de que Venezuela es lo nuestro. Y sé que se irán sumando muchos más, además de los que desde hace mucho tiempo vienen preparando el terreno, entrenando fuerte para la aventura que nos espera.

“Voy a arrancarte esa mirada de animal mal herido y que tus ojos se convenzan de la suerte que tuvimos de tener madera fina”

Gracias Yordano, es así, somos de madera fina, nadie puede dudarlo.