Hay momentos en la historia de un
país donde la historia se escribe a mano y con lápiz mongol amarillo, no
importa si la letra sale bonita o choreta porque las palabras significan demasiado.
Desde la primera vez que voté
hasta el día de hoy hacen casi 13 años. Aquel diciembre de 1998 yo sabía que
algo grande estaba pasando, pero no lograba entenderlo bien. Por mi mente llegó
a pasar la idea de darle mi primer voto a Hugo Chávez, un militar que había
dado un golpe de estado y ahora andaba por ahí hablando duro y diciendo muchas
verdades en la cara de los políticos oxidados que no lograron entender a un
pueblo que andaba buscando cambios. Yo tenía muy poca conciencia política, pero
si me daba cuenta de la corrupción y la desconexión de los líderes con la
gente. Creo que por algunos días logró convencerme aquel señor. Pero a la hora de la chiquita no voté
por él, simplemente porque no me inspiraba confianza.
En todas las elecciones
siguientes, es decir, casi todos los años, voté siempre en contra de Chávez. No
me siento orgullosa de decirlo porque pocas veces voté creyendo en la otra
opción, simplemente no estaba de acuerdo con la Revolución y eso bastaba para darle
mi voto al oponente.
Hoy, a pocos días de volver a
encontrarme delante de una máquina a elegir al Presidente de mi país, veo las
cosas diferentes, radicalmente diferentes. Ya no tengo 20 años para empezar, y
las circunstancias del país me han hecho cambiar como persona y como ciudadana
para bien (creo yo). Eso se agradece, tengo que decirlo. Sería un absurdo negar
que todo lo que hemos vivido ha dejado huella en nosotros, y no me refiero a
heridas o cosas negativas, si no a lecciones de vida. Puedo hablar desde mi
experiencia personal, pues cada uno tiene la suya y todas son valiosas. En
estos años aprendí muchas cosas, me reencontré con un país al que siempre había
querido pero tal vez no valoraba. La rebeldía y el amor a la libertad me
abrieron la mente, sentirme amenazada por pensar diferente me hizo razonar con
profundidad mis valores y principios, para poder defenderlos con toda propiedad.
También pude ver la realidad tal y como es, no desde la otra esquina, como un
espectador. Hay un pueblo que estuvo desatendido por mucho tiempo, que fue
utilizado en muchas ocasiones para llevar gente al poder y que luego quedó en
el olvido con sus problemas y sus miserias. La pobreza no tiene cara bonita, el
hambre y la marginalidad existen, no puedes voltear la cara y seguir en tu
burbuja de vida solo porque tienes la suerte de estudiar, trabajar y superarte,
con sacrificio tal vez, pero en este país eso es cuestión de suerte.
No puedo juzgar a nadie que haya
creído en el cambio que prometió el Teniente Coronel, porque las cosas no
podían seguir como estaban.
Después de tanto tiempo, tantos
discursos, tanto dinero, la realidad no es muy diferente en cuanto a ese pueblo
que volvió a ser utilizado. Sin embargo, ya no somos los mismos de ayer y eso
hay que agradecerlo. Creo que muchos ya no somos indiferentes ante lo que pasa
en nuestro país, queremos mejorar y nos sentimos responsables (con derechos y
deberes). Quisiera pensar que somos muchos los que hoy tenemos otra conciencia,
aunque a veces encuentro personas que logran desmotivarme por su apatía, su
superficialidad y sobre todo su egoísmo. Afortunadamente ese efecto dura poco,
y enseguida encuentro dentro de mí la fuerza para seguir adelante creyendo en
mi gente, en los que le estamos poniendo corazón para construir el futuro que
merecemos.
Las elecciones del próximo
domingo en mi opinión son diferentes a todas las anteriores. Por primera vez no
voy a votar contra Chávez aunque suene raro, voy a votar por un candidato en el
que sí creo y que logró convencerme con argumentos. Mi sinceridad suele traerme
problemas, pero quiero decir que yo no voté por Henrique Capriles en las
elecciones primarias para elegir el candidato de la oposición. Y lo digo porque
esas elecciones fueron para mí un ensayo de lo que puede ser una democracia
verdadera, con sus fallas pero siempre perfectible. Pude expresarme, voté por quien
yo quise y luego respeté la opinión de la mayoría aunque no habíamos
coincidido. Han pasado varios meses, y delante de mis ojos se presentó la
película increíble de una campaña electoral histórica. Henrique Capriles me
convenció, con su pasión y su entrega hasta los huesos, de pueblo en pueblo
escuchando a la gente, devolviéndole la esperanza. Pero no va a ser Capriles el
salvador de la patria, como él mismo lo ha dicho, todos estamos metidos en esto
de cabeza. Veo en él una persona inteligente y preparada para el reto, pero
también sencillo y humilde. Así como me convenció a mí, sé que ha convencido a
muchos y tiene serias posibilidades de ganar. Pero eso sí, hay un compromiso
por delante, y mi mayor anhelo es que logre estar a la altura de la
circunstancias para no defraudar a este pueblo.
Eso sí, yo no tengo la maleta
lista detrás de la puerta mientras voy a votar y regreso a la casa a esperar
que me den un resultado para decidir si me quedo o me voy. Pase lo que pase,
Venezuela está primero. Mis razones las he explicado muchas veces, y sigo
pensando igual. Sólo que esta vez no tengo dudas de que las cosas van a
cambiar, nuestro voto hará historia y lo vamos a celebrar.
Entonces nos vemos el domingo,
frente a la maquinita…todo el mundo a votar, cada voto cuenta, la historia
espera por nosotros.
Excelente querida Beata...100% de acuerdo...
ResponderEliminarMoni
Excelente reflexión crítica, impregnada de optimismo, conciliación sensibilizada por nuestras realidades, que podemos cambiar trabajando juntos proactivamente tendiendo la mano para ayudar y para ser ayudado y no por la vía de la corrupción descarada disfrazada de irracionalidad. LC. Saludos
ResponderEliminarExcelentes comentarios! Comparto cuando dices que por primera vez voy a votar por una opción y no en contra de otra! A VOTAR ESTE DOMINGO, Venezuela espera por nosotros. Alejo.
ResponderEliminarExcelente Beita! <3
ResponderEliminarNos vemos el domingo en la maquinita Bea cuando elijamos a un verdadero líder!
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